Amparados por el auge que
registraba el folletín radial, se realizó la primera película
sonora cubana en una fecha tan tardía como 1937, Serpiente
roja, que con dirección de Ernesto Caparrós y basado
en los episodios radiofónicos del detective Chan Li Po, episodios
creados por el célebre Félix B.Caignet.
Durantes estos veinte años,
la mayor parte de la producción estuvo signada por el folclorismo,
la música y el teatro popular vernáculo, o imitaba el
melodrama mexicano y los folletines radiales: Romance del palmar,
Estampas habaneras, y otros. En 1938 el Partido Comunista fundó
la Cuba Sono Film, que realizó con regularidad el Noticiario
Periódico Hoy, además de numerosos documentales y
dos cortos de ficción.
Las décadas de los
años cuarenta y cincuenta abundan en numerosas coproducciones
con México, de bajo costo y escaso relieve artístico.
Escapan a la mediocridad general, Siete muertes a plazo fijo
(1950) y Casta de roble (1953), ambas dirigidas por Manuel
Alonso, autócrata monopolista que consiguió nuclear a
su alrededor casi todos los esfuerzos de la incipiente industria cinematográfica
cubana con propósitos nada altruistas ni artísticos.
En 1951 se creó la
Sociedad Cultural Nuestro Tiempo, que incluyó a varios
artistas e intelectuales de los que luego fundarían el Instituto
Cubano del Arte e Industria Cinematográficos. En 1955, Julio
García Espinosa realizó el corto documental El Mégano,
con la colaboración de Tomás Gutiérrez Alea, Alfredo
Guevara y José Massip, propuesta de un nuevo tipo de cine crítico
y problemático, que daría lugar a la creación del
ICAIC, luego del triunfo de la Revolución, en 1959.